domingo, 23 de marzo de 2014

COMENTARIOS DE TEXTO DE ESTA SEMANA


Aquí va la primera parte del menú de comentarios de texto, dos entrantes a elegir uno: El partido, de Manuel Vicent, y Otro tiempo, de Manuel Rivas. Los dos recién salidos del horno de la actualidad (El País del viernes). La fecha de entrega es el lunes 31 de marzo (y en el caso de no tener clase conmigo ese día, el siguiente, natural).



El partido
Durante la dictadura bastaba con pronunciar la palabra partido y todo el mundo sabía que te referías al partido comunista. Ahora en democracia no hay más partido que el clásico entre el Real Madrid y el Barça. Algunos intelectuales detestan el fútbol porque, tal vez, solo ven en este deporte un espectáculo alienante de masas, cuando, bien mirado, se trata de la representación moderna del doble eje que mueve toda la filosofía griega: la dialéctica entre Apolo y Dioniso, entre la idea y la orgía. Sobre el césped del estadio Euclides ha posado el espíritu de la geometría: la línea divisoria del campo, el círculo central, las áreas, el punto de penalti, el rectángulo de las porterías, la red. Unos héroes apolíneos establecen un cálculo en ese espacio impulsando una esfera según una pauta de la mente hacia la victoria. Alrededor de esta aritmética pura se agita un coro convulso en las gradas donde toda irracionalidad tiene su asiento. Allí impone Dioniso su ley: es necesario sacar el macho cabrío que uno lleva dentro para sacrificarlo entre rebuznos patrióticos, aplausos, insultos, gritos y banderas independentistas, rostros pintados con los colores de la tribu. En el césped solo Apolo mueve a sus héroes cuya acción equivale al pensamiento. La perfección pone a hervir a la masa. Cuanto más cerebral sea un pase o más pegado al ángulo un remate, más ciega será la explosión del coro. Pero la teoría de Apolo se quiebra cuando, después de marcar un gol, el futbolista demasiado feliz baila la samba, o se besa el anillo de casado, o se chupa el dedo pulgar si tiene un hijo recién nacido o se mete el balón bajo la camiseta si su mujer está embarazada. En este partido clásico aún podría ser peor si los jugadores del Real Madrid asumieran la carga de lo español y los del Barça salieran al campo disfrazados de bandera catalana, puesto que su derrota supondría la de su patria. Por otra parte la esencia del futbol es el error del árbitro, incapaz de ver el penalti o el fuera de juego, que hasta los más tontos del pueblo, convertidos en jueces, ven con claridad por televisión, pese a lo cual el árbitro puede sacar una tarjeta roja equivocada y Apolo se va a la mierda. Eso mismo le pasó a Sócrates en Atenas. Así es la filosofía griega.

Otro tiempo
Antonio Sandoval, autor de ¿Para qué sirven las aves?,una obra fascinante que anda emigrando de boca en boca, me informa de que todavía no han llegado los primeros cucos. Miles de ellos estarán ahora atravesando el desierto del Sáhara, en una travesía épica que puede superar los 5.000 kilómetros, según el destino en Europa. Aunque una parte sucumbe en el intento, la mayoría cruza el Estrecho y atraviesa la península Ibérica. Toda una red humana, presencial, está alerta para escuchar ese canto que para la naturaleza tiene un efecto germinal, como el aviso de un despertar. ¿Cuándo deciden emigrar las aves? A mediados del siglo pasado, los investigadores situaron el origen de esa inquietud en un “reloj interior” y denominaron Zugunruhe a ese impulso. A la hora de despertar y ponerse en marcha contra la injusticia debe existir algo parecido a ese reloj interior en la especie humana. Las llamadas “marchas de la dignidad” que confluyen en Madrid para denunciar la “emergencia social” en que vive una parte creciente de la población española obedecen a un instinto de supervivencia. Cuando la justicia queda atrapada bajo la resignación, la sociedad se convierte en una naturaleza muerta. Se ha aprovechado la crisis para retrasar todos los relojes. ¿En qué frigorífico se acumulan las entrañas del tiempo perdido? La OCDE alerta que España es el país europeo donde más se ha agrandado la desigualdad. También en el trato entre el Gobierno y los ciudadanos. A la exigencia de sacrificios, se suma la humillación. El ministro de Hacienda avisa de que no va a quedar títere con cabeza. Es decir, los más ricos pagarán menos. El presidente de la Comunidad de Madrid recibe a las “marchas de la dignidad” con el hospitalario sambenito de “neonazis”. Alguien debería explicarles que entramos en otro tiempo. La gente sincroniza el reloj interior y empieza a ejercer el derecho a levantarse del suelo.

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